Llegamos entonces al Salmo 150, el último canto de este libro bíblico; y en él, alcanzamos la cima de la alabanza, centrada única y exclusivamente en Dios. En medio de tantas angustias, dudas, persecuciones y alegrías que nos ha deparado este camino, entramos aquí en un momento exultante para alabar al Señor.

Salmo 150 - Alabanza, alabanza, alabanza

A lo largo del Salmo 150, todo lo que tienes que hacer es abrir tu corazón, y entregarlo al Creador de todas las cosas. Con alegría, confianza y certeza, permítete sentir Su presencia, en esa culminación entre la existencia humana y nuestra relación con Dios.

Alabad a Yahveh. Alabad a Dios en su santuario; alabadle en el firmamento de su poder.

Alabadle por sus proezas; alabadle según la excelencia de su grandeza.

Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con el pandero y la danza, alabadle con instrumentos de cuerda y con órganos.

Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos sonoros.

Que todo lo que tiene aliento alabe al Señor, alabe al Señor.

Interpretación del Salmo 150

A continuación, descubre un poco más sobre el Salmo 150, a través de la interpretación de sus versículos ¡Lee con atención!

Versículos 1 a 5 - Alabad a Dios en su santuario

"Alabad a Yahveh. Alabad a Dios en su santuario; alabadle en el firmamento de su poder. Alabadle por sus proezas; alabadle según la excelencia de su grandeza. Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con pandereta y danza; alabadle con instrumentos de cuerda y con órganos. Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos sonoros".

¿Todavía tienes dudas sobre "la manera correcta" de alabar a Dios? Entonces deberías aprender que estamos tratando con un Dios que está desprovisto de vanidad, y que no necesita ser constantemente adulado, rodeado de la alabanza de sus súbditos. Sin embargo, aquí el salmista nos enseña que la alabanza es parte de nuestro amor, y consiste en un recordatorio constante de que dependemos del Señor, y un gesto de gratitud por todolo que Él hace por nosotros.

Si no tienes un santuario, puedes alabar en casa, en la oficina o en el templo que es tu propio cuerpo. Alaba con verdad y reconocimiento; alaba con alegría; no tengas miedo de cantar, bailar y expresarte.

Mente, cuerpo y corazón deben emplearse para alabar al Señor. Tienes dentro de ti el santuario y los instrumentos más valiosos que existen.

Versículo 6 - Alabado sea el Señor

"Que todo lo que respira alabe al Señor, alabe al Señor".

Invitemos a todos los seres vivos, a toda criatura que respira, a alabar al Señor. El último verso del último Salmo nos invita a doblar la rodilla y unirnos a este canto: ¡Aleluya!

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