De todas las dudas de nuestra vida espiritual, quizá la de reencarnación ¿Cómo conocemos nuestros procesos vitales? ¿Estoy cerca de mi última reencarnación?

La reencarnación es el proceso natural por el que pasa nuestra alma, viviendo en varios cuerpos. Esto es para que podamos mejorar como seres de buen corazón y que podamos evolucionar siempre, trascendiendo nuestras metas en busca de la espiritualidad. Nuestro karma juega un papel muy importante en esto, ya que es a partir de él que nos vamos preparando para una vida espiritual.

El último renacimiento se compone de momentos de intensa fragilidad con horas sensibles llenas de buenas energías. Existen varias señales que indican la última reencarnación. Después de ésta, nuestra alma podrá descansar en paz en el plano espiritual, disfrutando de una manera maravillosa. A continuación conocerás algunas de estas señales:

Última reencarnación: ¿tiene hijos?

Como la reencarnación regular siempre supone que ha quedado alguna pendencia, las personas que experimentan una última reencarnación no tienen hijos. Si los tienen, significa que volverán a reencarnarse. Nuestros hijos desempeñan un papel muy importante en nuestro karma.

Nuestra alma siempre intentará volver en otra vida para que estos niños sean protegidos de alguna manera. Si no tienes hijos y estás bien con esto, sin deseos de tenerlos, esto podría ser una señal de que esta ya es tu última reencarnación.

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Última reencarnación: ¿amas el dinero?

Cuando estemos en nuestra última reencarnación, nuestra última preocupación será el dinero. Las personas avaras que se preocupan mucho por el dinero muy probablemente Las personas avaras que se preocupan mucho por el dinero muy probablemente se reencarnarán aún varias veces si no pueden deshacerse de esta adicción.

En el momento de nuestra última reencarnación, el único objetivo económico es el de la supervivencia y la necesidad, pensando siempre en la colectividad, y nunca sólo en uno mismo. El dinero debe ser visto sólo como una necesidad del mundo capitalista. Una necesidad terrenal, y no divina. Esta conciencia existe plenamente en la vida de los que se reencarnan por última vez.

Última reencarnación: ¿rezas a menudo?

En la última reencarnación, la oración siempre estará presente en nuestra vida. El contacto con el mundo celestial será muy latente. Si eres cristiano, tu contacto con el Padre será fuerte y muy poderoso. Las personas de la última reencarnación suelen rezar todos los días y confiar mucho. Su fe puede mover montañas.

Este hábito es tan importante y esencial que en cada caso de necesidad, uno siempre estará allí teniendo una conversación con su Dios. Esto se verá de una manera muy pura, natural y espiritual.

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Última reencarnación: ¿piensas sólo en ti mismo?

Una de las señales más importantes es lo que llamamos "olvido del ego". Es cuando dejamos de pensar sólo en nosotros mismos para preocuparnos por los demás. Acabamos viendo que no tiene mayor importancia perder el tiempo con bellezas, exterioridades, futilidades, compras, etc. Lo importante es que todos estemos bien, que todos estemos en paz, lejos de cualquier mal.

Cuando nos preocupamos por los demás, hacemos evolucionar nuestra propia naturaleza en nuestro interior. Nos volvemos más puros cada día, revelando una esencia muy avanzada y evolucionada. Pensar en los demás es uno de los signos más generosos y precisos de la última reencarnación.

Última reencarnación: ¿cómo ayudar al prójimo?

Este punto también es muy importante. Por lo general, las personas que viven su última vida terrenal se dedicarán al voluntariado, a acciones humanitarias, a algo que implique dar de sí mismos. No tiene por qué ser dentro de una ONG, por ejemplo.

Hay varios seres de la última reencarnación que ayudan a los mendigos en la calle, distribuyendo cuando pueden comestibles y ropa para el frío. Estas pequeñas acciones, tan simples y rápidas, ya nos muestran cuán grande es el amor desarrollado en estas almas.

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Última reencarnación: ¿estás lleno?

Y, por último, tenemos la plenitud. La plenitud es "no necesitar nada más". Es saber sentirse completo y feliz dentro de uno mismo. No necesitamos bienes materiales, compras concretas, palabras dulces del prójimo o que la gente haga cosas por nosotros. Sentirse pleno es sentirse libre, liberado de todo mal y preparado para habitar en el paraíso.

Es no tener deudas, ni personales ni financieras. Es no sentirse atrapado por nada. Es no tener preocupaciones y estar lejos de cualquier crisis de 20 o 30 años. Es saber respetarse a sí mismo, saber viajar solo, así como estar siempre en paz consigo mismo. Esta armonía sin palabras es la plenitud que sienten constantemente los seres de la última reencarnación.

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