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"Nacer, morir, renacer aún y progresar siempre, ésa es la ley". Ésa es una de las mensajes de Allan Kardec más conocido de la Doctrina Espírita, que incluso está grabado en su lápida.
Allan Kardec, de hecho, fue el nombre en clave utilizado por el profesor francés Hipollyte Léon Denizard Rivail, que adoptó el nombre para separar sus obras didácticas de las que produjo sobre espiritismo.
La inspiración para el nombre vino de un espíritu, que le dijo que en otra vida los dos habían sido amigos y el profesor se llamaba Allan Kardec. Fallecido en 1869, dejó un legado de gran importancia para la Doctrina Espírita y sus seguidores.
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Kardec fue el responsable de escribir el libro básico del espiritismo, "El libro de los espíritus", dividido en cuatro partes: de las causas primarias; del mundo de los espíritus; de las leyes morales; y de las esperanzas y consuelos.
En la Europa del siglo XIX comenzaban a difundirse las mesas gigantes -nombre con el que se conocían las sesiones espiritistas de la época- y el educador empezó a investigar el fenómeno, leyendo, estudiando y organizando materiales que contenían notas de conversaciones entre espíritus y personas durante las sesiones.
A partir de estas investigaciones y lecturas, elaboró preguntas de carácter filosófico, religioso y psicológico, que fueron formuladas a los espíritus durante las sesiones espiritistas y verificadas después con otros espíritus. Las respuestas sirvieron de base para el libro y para los mensajes de Allan Kardec al mundo.
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Frases y mensajes de Allan Kardec
Los mensajes de Allan Kardec para la Doctrina Espiritista resuenan en todo el mundo y sirven de base para la religión. Echa un vistazo a 20 conocidas frases del autor.
"El apego a las cosas materiales es un signo notorio de inferioridad, porque cuanto más se apega un hombre a los bienes mundanos, menos comprende su destino".
"Es cierto que, en el buen sentido, la confianza en las propias fuerzas nos hace capaces de realizar cosas materiales, cosa que no podemos hacer cuando dudamos de nosotros mismos."
"Con cada nueva existencia, el hombre tiene más inteligencia y puede distinguir mejor entre el bien y el mal".
"El criterio de la verdadera justicia reside en que cada uno quiera para los demás lo que querría para sí mismo".
"Los hombres siembran en la tierra lo que cosecharán en la vida espiritual. Cosecharán allí los frutos de su valor o de su debilidad".
"El egoísmo es la fuente de todos los vicios, como la caridad es la fuente de todas las virtudes. Destruir el uno y desarrollar la otra, tal debe ser el objetivo de todos los esfuerzos del hombre, si quiere asegurar su felicidad tanto en este mundo como en el otro."
"Recibirás, a cambio, lo que des a los demás, según la ley que rige nuestros destinos".
"El pensamiento y la voluntad representan en nosotros un poder de acción que sobrepasa con mucho los límites de nuestra esfera corporal".
"La fe necesita un fundamento, y ese fundamento es la perfecta comprensión de lo que se ha de creer. Para creer no basta con ver, es necesario comprender".
"En verdad, un hombre bueno es aquel que practica la ley de la justicia, el amor y la caridad, en su mayor pureza".
"Fuera de la caridad no hay salvación".
"En el intervalo de las encarnaciones, aprendes en una hora lo que te llevaría años en tu tierra".
"Puesto que todo hombre puede liberarse de las imperfecciones por efecto de la voluntad, puede igualmente anular los males consecutivos y asegurar la felicidad futura".
"La pureza de corazón es inseparable de la sencillez y la humildad".
"El medio más eficaz para combatir el predominio de la naturaleza corporal es la práctica de la abnegación corporal".
"Los Espíritus buenos simpatizan con los hombres buenos, o susceptibles de mejorarse; los Espíritus inferiores, con los hombres viciosos, o que pueden llegar a serlo. De ahí su apego, resultante de la semejanza de las sensaciones."
"El signo más característico de la imperfección del hombre es su interés personal".
"Hay leyes naturales e inmutables, sin duda, que Dios no puede anular según los caprichos de cada individuo. Pero de ahí a creer que todas las circunstancias de la vida están sujetas a la fatalidad, la distancia es grande."
"El sabio, para ser feliz, mira por debajo de sí mismo y nunca por encima, salvo para elevar su alma al infinito".
"Lo sublime de la virtud consiste en el sacrificio del interés personal por el bien del prójimo, sin intención oculta".
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